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Pirotecnia de Federico Atehortúa


Por Francisco Álvarez


Un amplio espectro de interrogaciones sobre la materia y sustancia de la verdad son la transversal del filme Pirotecnia (2019), que enfrenta una indagación polifónica que oscila entre la manipulación de la memoria visual de Colombia, la relación entre la creación de imágenes y los eventos de guerra del país, la familia y el mutismo de la madre. El director Federico Atehortúa interioriza en su pasado hasta asumir el espacio familiar como punto determinante para condensar su entendimiento de la memoria social colombiana. 


El film inicia con un repaso a la ejecución pública de cuatro hombres declarados culpables tras intentar asesinar al entonces presidente de Colombia, Rafael Reyes. El evento fue registrado de manera fotográfica, creando un material visual que más tarde sería usado para componer un filme de propaganda, hecho que da inicio a una dinámica que custodia el desarrollo de cinematografías vinculadas a la violencia histórica de Colombia. Desde aquí surge el notable tema de los falsos positivos: cuerpos de jóvenes colombianos asesinados a quienes se disfraza de guerrilleros para la simulación del éxito militar y su campaña televisada. En este sentido, Pirotecnia asume una dimensión crítica que examina como los estados de propaganda imponen -con el objetivo de distorsionar la verdad mediante la insistencia en la mentira emotiva- estrategias de manipulación que tienen el propósito de suspender la capacidad de juicio y modelar la opinión pública a su favor. 


Por otro lado, al franquear el severo mutismo de la madre que parece no tener explicación ni cura, el filme transmite cierta perplejidad ante una acumulación de emociones y preguntas, para finalmente señalar a la familia como el primer espacio de responsabilidad política, entendimiento social y transformación ideológica. La mirada de Federico hecha ancla, observa, relaciona y vuelve a zarpar a través de una marea compleja que funciona como zona limítrofe, que alude al entorno familiar como la atmósfera de impacto donde desemboca todo el caudal de la persistencia política violenta que esculpe el comportamiento de una población en conflicto. 

Este filme despliega una investigación recurrente del cine no ficción latinoamericano contemporáneo, que recurre a la familia como espacio de reflexión política en provecho de un entendimiento del contexto socio-histórico actual. Quizá esta inclinación estética expone una nueva generación de cineastas jóvenes que mantienen como zona de resonancia en sus creaciones,  el deseo de repensar la memoria escrita a puño de los poderes, para reivindicar varios eventos en la historia latinoamericana. Probablemente, la búsqueda estética de lo íntimo y lo afectivo sea la declaración de cierta rebeldía de este cine; que está acompañada del correcto ejercicio político de cuestionar la Historia y su lenguaje, proponiendo una conciencia presente que resista a la homogeneización del pensamiento y a la manipulación mediática que busca naturalizar las imágenes de corrupción y muerte hasta volverlas tolerables. 


Pirotecnia contiene un espíritu libertario para incursionar con coraje en la exploración amarga de la creación de las imágenes colectivas. Un filme que mira a la familia para redescubrirse en ella, que lee la historia para refutarla y que mira otras imágenes para cuestionar sus capas y no creerles. Cine que sumerge las imágenes para ahogar su manto de apariencias. 

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Título: Pirotecnia (Mute Fire)

Dirección: Federico Atehortúa.

País: Colombia

Año: 2019

Duración: 85’

Producción: Jerónimo Atehortúa.

Compañía y Sales: Invasión Cine

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