Q&A: Teddy Williams sobre Parsi
Por Francisco Álvarez.
Compartimos una conversación con Eduardo Williams a propósito de la proyección de Parsi dentro de la selección oficial de Cámara Lúcida IV.
Eduardo, hay un enlace entre los diversos personajes que has escogido para tus películas; grupos de jóvenes marcados por la periferia e incluso cierta marginalidad, son cuerpos en un tránsito no definido y en relación con los espacios que atraviesan. En el caso de Parsi, escoges a una grupo de jóvenes trans, de roller skaters, etc. Quisiéramos saber cuales son los principios con los que te magnetizas a tus personajes y especialmente, como sucedió la acercamiento con los jóvenes de Parsi.
Eduardo Williams: Cuando elijo las personas o personajes que van a ser parte de la película, de manera intuitiva o deliberada intento acercarme a personas de las cuales me interese aprender, a las que me interese observar. Las descripciones que haces, son parte de las cosas que me interesa compartir e investigar y en parte, yo mismo siento que comparto esas cualidades en varios puntos, entonces intento conectar con la gente con quien puedo compartir eso, pero también me interesan las diferencias que tengamos.
En Parsi fue la primera vez que busqué personajes de una manera más especifica. Cuando filme El auge del humano hice un casting extenso, pero era una reunión para charlar, no era una prueba actoral. Ahí conocí a una persona militante LGBTI; había mucha gente interesante con la que no pude compartir, en ese momento, por varios motivos no pude encontrar un espacio en El auge del humano para esta persona. Tras conocerla, me había quedado con la idea de lo poco que escucho y de lo poco que sé de la vida LGBTI en África, más aun en Mozambique. Pensé entonces que cuando regrese a dicho continente, tenía que saciar esa curiosidad por compartir y aprender de cómo era su vida y compartirles como era la mía…. Así como compartiríamos con quien vea la Parsi.
Tiempo después, me contacté con la persona del casting y fui a conocerla y conocer su ciudad; así surgieron los lugares para filmar. Pero estando ahí, como suele pasar, me gusta expandir y no centrarme con una persona o un ligar específico, entonces empecé a buscar otros grupos y diversificar la película.
Algo muy especial en Parsi es que decides entregar la cámara a los personajes y la figura del director y equipo de realización se difumina. Quisiéramos que nos comentes que hay detrás del gesto de entregar la cámara a tus personajes y bajo que premisas ellos realizan sus registros.
E.W: Lo de entregar la cámara viene de cosas que me quedaron pendientes de otras películas, como de un corto que filmé en Vietnam que se llama Me Olvide! (I Forgot!). En las escenas finales tuve ganas de darles la cámara a los personajes que estaban frente a ella, pero como estábamos en medio de la escena no me animé; quizá me pareció que no era un buen momento, pero me quedo pendiente. Yendo a Guinea-Bisáu encontré una cámara 360 que me pareció buena por varias razones, entre ellas que no sabía cómo iba a usarla ni como editar, entonces me daba intriga…. Sumado a que me permitía entregarle la cámara a las personajes sin que elles tengan que estar preocupadas por encuadrar, así iban a llevar la cámara y no se iban a distraerían en dejar de lado su personaje.
Cuando iniciamos a hacer prácticas, estaba seguro que yo no quería salir o interrumpir la imagen ya que a pesar de elegir solo una parte de la toma 360, no quería arriesgarme a bloquear una parte al estar yo presente. Esto me llevó a una nueva manera de establecer el rodaje; charlábamos mucho y yo dictaminaba o sugería a donde teníamos que ir, pero después, cuando ellas estaban solas, hacían el rodaje y volvían a comentarme qué había sucedido y desde ahí contemplábamos la opción de repetir la toma, cambiar algo o seguir. Me pareció una forma interesante de construir, antes siempre estaba presente en el rodaje viendo que se hacía y en este caso no.
Desde ahí las preguntas eran simples, cosas específicas: cómo girar la cámara, tomarla tal momento, tirarla al agua. Pero existían otros momentos donde ellas eran muy libres, llevar quien quiera la cámara, pasarla, rotar, etc. Permitimos que la imagen se construya desde su intuición y ganas de ellas, que no este todo tan rígido; la improvisación de ellas fue muy importante. Lo bueno de esa cámara es que me trajo una nueva manera de encuadrar y eso era algo nuevo para mi.
Detrás de ese gesto, es diferente la sensación del espectador cuando los personajes son filmados desde afuera o cuando son personajes y camarógrafos al mismo tiempo. Me parece que transmite una sensación de autonomía, una sensación de que los personajes son quienes dirigen la mirada; tomar al cámara con la mano, dentro de la película me trasmitía una imagen de poder, que ahora la tienen ellas, ellas llevan de manera directa al espectador.
La idea era buscar nuevas maneras de pensar el rodaje y la película. Quizá estos cambios traen eso, nuevos problemas a solucionar y nuevas ideas a pensar.
En otras entrevistas has mencionado sobre la importancia del los espacios en tus películas, y la relación que los personajes tienen con el mismo, no solo al estar dentro del paisaje sino formar parte de él. Parsi potencia este efecto desde una perspectiva donde los personajes se han situado en una periferia, pero sin embargo, su actividad cosmopolita y gracias al magnífico poema de Mariano, nos aproxima a Buenos Aires. ¿Qué puedes decirnos acerca el tratamiento espacial?
E.W: Como en casi todas mis películas, me interesa filmar el espacio publico, investigarlo. Me interesa observarlo y de una manera humilde promover el uso del espacio publico ya que me parece que todo empieza a suceder en el espacio privado. Por esto fue importante estar en los espacios cotidianos de las personajes que llevan la cámara. Al mismo tiempo, el uso de esta cámara nos deja jugar con estos espacios, sacando a las personajes de su cotidianidad para mirarlos de manera particular. Por eso quise girar o tirar la cámara, sugiriendo puntos de vista extraños de su espacio de habitar común a través del juego con la cámara. Esto es lo que permite llevar al espectador a puntos de vista muy extraños, que a momentos puede encontrarse con un lugar que parece común pero también puede sugerirnos alguna extrañeza, fantasía o poesía.
No hay intervención de querer retratar una ciudad, eso es algo que yo no puedo hacer, pero si buscaba atravesar varios espacios de la ciudad: empezar en lugares tranquilos y cambiar hacía otros más fluidos.
¿Coméntanos sobre la integración del poema de Mariano?
E.W: Justamente lo que mencione se aplica al porqué me interesa del poema de Mariano y de la poesía en general: que llevan a un punto de vista muy específico que se puede lograr a través de palabras en su sentido más amplio, como materia y lenguaje del poema. El poema conecta con un imaginario y ciertas imágenes que, vistas por mÍ, son muy particulares de Buenos Aires, entonces me interesaba como se iban a relacionar con las imágenes de Guinea-Bisáu. Son dos ciudades que no había visto puestas en relación.
Me gusta eso, ver imágenes particulares de una comunidad y ponerlas en relación, para esto a veces se puede separar las imágenes del poema y las imágenes de la película… quería ver qué pasaría con esta relación de espacios sonoros y visuales juntos.
Eduardo, gustaría que nos comentes sobre cómo la intuición forma parte de tus películas. Tu obra manifiesta una construcción entre lo planeado y aquello que se aprehende en el trabajo mismo de rodaje.
E.W: La intuición es difícil de explicar, por qué no es planeada… por lo tanto es complejo llevarlo a las palabras. Pero a través de hacer películas aprendo constantemente a como darle espacio para que pueda interferir. Es difícil dejarse llevar por la intuición en un rodaje con responsabilidades y horarios que respetar, la intuición necesita un tiempo distinto.
Dejar crecer la intuición implica en hacer cosas que uno no esta seguro, confiando en que puede llegar a ser algo bueno. Parsi es la película que menos escribí, porque tuve fondos para hacerla sin tener un plan específico de lo que se haría. Digamos que ya tenia el poema cuando fui a filmar, pero mi relación con el poema fue bastante intuitiva. Cuando filmaba no estaba pensando en el poema de manera especifica, si pensaba que iba a estar presente y que esa voz presente todo el tiempo podía generar cosas. Pero no lo analice en un lugar especifico, deje que las imágenes del poema y la película se relacionen de forma intuitiva: el ritmo, la musicalidad y elementos que no sean parte de la conciencia, como el significado de las palabras o lo que uno puede racionalizar.
El hecho de valorar la intuición es que uno siempre descubre cosas en la película, que al final queda más abierta, para quienes la vean, permitiéndoles que encuentren otras vías para relacionarse con la película.
Mucho quieren analizar la película en partes, racionalizar. Otros buscan llenar espacios, otros disfrutan el hecho de no entender, otros la entienden de una forma mas física… eso me parece muy interesante y es lo que intento generar y compartir. Esto se da cuando no todo el tiempo se quiere estar seguro de todo y, por otra parte hay un vínculo con otra parte, donde uno se encuentra con organizar y ser consciente de que se quiere compartir y por qué.
Finalmente, hacía donde crees que va el cine: ¿Cuál es tu perspectiva de la continuación de tu obra?
E.W: La verdad es que justo ahora estoy bastante perdido, es normal en un punto para mí. Ahora estoy en busca de varias ideas que me permitan avanzar y estar seguro de a dónde me dirijo. Siempre intento seguir hacía la curiosidad y la exploración, intentar ver y volver a la marginalidad y los límites... Buscar los propios límites: de mi imaginación y de mis capacidades para ponerlos en relación a otros límites externos a mí.
Quiero seguir explorando y compartiendo a través de las películas algo que inicia en mi punto de vista, pero que pasa por otra hasta completarse en la pantalla, para después encontrar diversidad de puntos de vista. No estoy seguro de a dónde voy, exploro y busco nuevos caminos.
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