'Rey' de Niles Atallah
Por Francisco Álvarez.
I
Los hechos que le incumben a la posmodernidad toman distancia de arcaicos paradigmas estructuralistas como la explicación y la objetividad. De esta forma se abre una extensa posibilidad para la interpretación mientras el concepto de Historia se torna efímero y ambiguo, provocando desconfianza ante la noción de lo verdadero.
En el presente, la historia ha dejado de ser lo definitivo y lo inmutable, transformarse en una brecha de cuestionamientos y re interpretaciones. ¿Acaso no es lo rico de la historia su eterno diálogo con el presente?
En este curioso contexto se despliega el filme Rey de Niles Atallah.
La película nos presenta la aventura de Orllie-Antoine de Tounens, un eufórico y alucinado francés que viaja a la Patagonia para fundar el Reino de la Araucanía, llevando con él una bandera y una constitución de su propia fabricación. El filme inicia con el viaje de Orllie-Antoine a través de tierras salvajes en busca de Quilapán, líder nativo al que Antoine nunca logra encontrar, pese a que en su versión de los hechos (o de su delirio vehemente y ególatra), ya había pactado su reinado con dicho líder originario.
El gaucho acompañante de Antoine, tras enterarse de su plan de convertirse en el rey de la Araucanía, lo delata ante los poderes dando inicio a una segunda línea narrativa de la película, donde Antoine se enfrenta al estado chileno que lo acusa de traición a la patria.
Viajando entre estos dos polos es como se construye una fluida y aguda narración que oscila entre la memoria de los hechos de Antoine sobre su travesía por medio de los misteriosos y enigmáticos territorios de la Patagonia, contraponiéndolos a las secuencias del juicio, que es tratado con carácter fársico mediante el uso de mascaras de todos sus personajes, dotando a este litigio de un tono ciertamente irrisorio que despoja la índole objetiva a las declaraciones del juzgado y de la memoria de Antoine, proponiendo una descomposición en los discursos en tensión.
En el juicio contra Antoine resalta la ausencia del pueblo mapuche y su versión de los hechos; esta omisión resulta una proyección de lo que enfrenta el pueblo mapuche en tiempos actuales (al igual que la mayoría de pueblos originarios), quienes son reprimidos en sus formas de expresión y empoderamiento por parte de los poderes y los medios, quienes a fuerza de sus complejos, deciden cuando la voz del otro merece ser escuchada.
Rey es un filme proyectado sobre «el fondo ilusorio de los espejos» que devuelve el reflejo en distintas direcciones y con múltiples efectos, proyectando una sensación de deformidad histórica, de falta de elocuencia y disgregación de la memoria, que a su vez revitaliza la conciencia histórica crítica, que se propone resistir ante los dispositivos de poder oficiales que formulan la conciencia de nuestras sociedades. Sin duda, la interpretación tiene por naturaleza una potencia emancipadora.
Para Atallah, hacer historia es hacer una película; cine como manipulación de dimensiones temporales que proyectan los fenómenos perceptivos del pasado.
II
Es un mundo onírico, un mundo de sueños, pero más allá de eso, es como se
relaciona el mundo de los sueños con nuestra conciencia viva.
Para mí, el cine tiene mucho poder porque es el puente entre estos mundos.
Niles Atallah. 1
Las películas construidas como un sueño son motivo para escribir y dejar constancia de que no han muerto en la soledad de la butaca. Atravesando los tres cuartos de película, Niles nos encamina a un cierre colmado de coherencia que continúa alimentando el juicio a la Historia; pero esta vez desde su ausencia.
El filme se convierte enteramente en el sueño de grandeza y pasión de Antoine, quien penetra en una zona mística, casi hermética, donde la naturaleza viva es una geografía espiritual. Rey ingresa entonces en un territorio histórico regido por otras leyes, las del sueño y la magia.
Se dice que el 97% de la historia del humano moderno se encuentra perdida o eliminada, aquella época donde la magia comunicaba las diferencias formas de vida que poblaban la Tierra, la era de cuando el humano cohabitaba el mundo de las otras presencias; y es en Rey donde se permite que otras experiencias comunicantes salgan a flote en el mar del cine fantástico y sensorial, proponiendo un estado onírico admirable en el viaje sensible y existencial respirado por Antoine; el filme se vuelve un concilio entre dos mundos.
A esta altura Rey resulta un delirio fílmico, que nos hace testigos de un espejismo fantástico donde Antoine charla con las estrellas, imagina recibir la corona, funde una radical promesa con las raíces de un volcán y es acompañado y guiado por seres dotados de vitalidad antropomorfa quienes le entregan mensajes y sosiego.
Este universo sorprendente y fantasmagórico que habita Antoine proclama que «solo el reino de los sueños es el reino verdadero».
Rey, cine como experiencia de comunicación mágica y canal de exploración interna.
III
Niles Atallah establece una búsqueda y experimentación vital que destaca a Rey; existe una fusión de formatos analógicos y digitales en la construcción de las imágenes, dotando a la película de una textura fascinante. Atallah crea sus propias imágenes de archivo filmando en 35mm, 16mm y Super 8, interviniendo el material de diversas formas, llegando a enterrar el celuloide en el patio de su casa para concederle una textura de material de archivo antiguo.
Un meditado carnaval de intervenciones en el celuloide logra tesituras y tonalidades que destacan el vigor creativo de Atallah, logrando un esplendor de carácter alucinado en el filme.
Cine como promesa experimental que matiza los diversos parajes del delirio.
***
1. Versiones, materia, historia - Entrevista a Niles Atallah. Revista Correspondencias, cine y pensamiento. http://correspondenciascine.com/2017/05/versiones-materia-historia-entrevista-a-niles-atallah/
Título: Rey
Director: Niles Atallah
Países: Chile, Francia, Alemania, Países Bajos y Qatar
Duración: 90 minutos
Guión: Niles Atallah
Elenco: Rodrigo Lisboa y Claudio Riveros
Casa productora: Diluvio - Mômerade (Francia)
Producción ejecutiva: Catalina Vergara y Niles Atallah
Asistente de dirección: Rodrigo Hidalgo
Dirección de fotografía: Benjamín Echazarreta
Dirección de arte: Natalia Geisse
Música: Sebastián Jatz
Sonido: Claudio Vargas, Peter Rosenthal y Roberto Espinoza
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